lunes, 18 de septiembre de 2017

Te recomiendo un libro #5

Buenas a todos, ¿cómo han estado? Yo he tenido que parar un poco mi mundo para poder acompasar mis trabajos y asegurarme de que los estaba haciendo bien. No sé si a alguien más le pasa, pero al tener más de un trabajo (yo tengo tres) a veces me encuentro pensando en uno mientras estoy en el otro y esto me desconcentra totalmente de lo que estoy haciendo. No es la forma en que me gusta trabajar, por eso he tenido que retrasar las entradas de la semana pasada, porque lo que menos quiero es hacer otro trabajo de forma deficiente.

En fin, hoy les vengo con una nueva edición de Te recomiendo un libro. En este caso la recomendación va para alguien que sé que muchos ya aprecian: Brandon Sanderson y su saga Mistborn.


Autor: Brandon Sanderson
Título: El Imperio Final (Nacidos de la Bruma 1)
Título en inglés: Mistborn: The Final Empire
Primera publicación: 2006
Primera publicación en español: 2012 (aparentemente, no hay información concisa sobre esto)
Sinopsis: Durante mil años han caído las cenizas y nada florece. Durante mil años los skaa han sido esclavizados y viven sumidos en un miedo inevitable. Durante mil años el Lord Legislador reina con un poder absoluto gracias al terror, a sus poderes e inmortalidad. Le ayudan «obligadores» e «inquisidores», junto a la poderosa magia de la «alomancia».
Pero los nobles, con frecuencia, han tenido trato sexual con jóvenes skaa y, aunque la ley lo prohíbe, algunos de sus bastardos han sobrevivido y heredado los poderes alománticos: son los «nacidos de la bruma». Ahora, Kelsier, el «superviviente», el único que ha logrado huir de los Pozos de Hathsin, ha encontrado a Vin, una pobre chica skaa con mucha suerte… Tal vez los dos unidos a la rebelión que los skaa intentan desde hace mil años puedan cambiar el mundo y la atroz dominación del Lord Legislador.


Conocí a Brandon Sanderson hace muchos años, creo que alrededor del 2011, cuando estaba bastante sola en lo que tenía que ver con la escritura y solía saltar de blog en blog, tanto en español como en inglés, buscando consuelo. En ese entonces el blog de Brandon Sanderson mostraba principalmente a su obra Elantris, que se convirtió en seguida en la obra que deseaba leer de él, pero no quería engañarme, era casi imposible que llegara a Uruguay. Después de un tiempo empecé a ver a su obra más conocida: Mistborn en canales de booktubers de hablan inglesa y me llené de emoción. Pero la obra seguía sin llegar... y llegué a olvidarlo.

Esto hasta que me uní al #Clubdelectura.uy

Puedo decir, sin miedo alguno, que una vez llegar al club era cuestión de tiempo a que entrara en el mundo de Sanderson, un mundo en que he querido entrar desde hace años. Debo agradecer a Stephanie, coordinadora del Club, y especialmente Joanna, por su insistencia para que lo leyera de una vez por todas.

Creo que este fue el mejor año para esto, pues empezaron a llegar las nuevas publicaciones (y nuevas ediciones) y Elantris al fin ha llegado a mi costa y es un momento muy feliz para ser un amante de la literatura Sandersoniana.

En fin, a lo que nos trae esta recomendación. El Imperio Final es una novela de fantasía particular, que leí en más tiempo del que normalmente me hubiera tomado. Pese a que es larga: está dividida en cinco partes y tiene casi 700 páginas, se lee con facilidad y agilidad debido a que su contenido es trepidante.

Es muy difícil hablar de esta novela sin hacer grandes spoilers, así que revelaré muy poco de su contenido. Básicamente nos encontramos ante una historia narrada en tercera persona desde dos puntos de vista (tres, si tomamos en cuenta el Prólogo), ambos personajes son especiales por sus habilidades y ambos se encuentran, a su manera, solos en la vida. Por un lado tenemos a Kelsier, un hombre que debería estar muerto, pero que en cambio sobrevivió lo imposible y se hizo con poderes que nunca creyó que podría poseer; él es el líder del grupo, especialmente en el plano intelectual, y es un personaje del que poco se puede decir sin arruinar las sorpresas que trae la historia para con él. Vin es una niña abandonada, vive con un grupo de ladrones, de quienes también debe protegerse por si acaso, su hermano la abandonó, su madre intentó matarla y su padre, si hubiera seguido las leyes, debería haber matado a su madre mucho antes de saber si estaba embarazada.

La sociedad está sumida en una guerra de clases perdida, donde los skaa son los sirvientes y esclavos de la clase dominante de nobles y estos propios nobles no son más que piezas en el juego del Lord Legislador, de quien se dice que es un dios y ha estado gobernando el mundo conocido desde hace más de mil años. No solo esto, Lord Legislador es el salvador, es ese personaje que la profecía estableció que debía salvar el mundo... y lo hizo, solo que después decidió que sería buena idea quedarse con él.

O al menos eso es lo que sabemos. La novela te lleva por las calles de Luthadel (la capital) y te hace aventurarte a las afueras, siempre al ritmo de los nacidos de la bruma, quienes queman metales para obtener poderes sobrehumanos.

Considero que esta obra es maravillosa, no solo por su historia, sino más bien por sus personajes. Quienes me conocen saben que yo suelo amar las historias de personajes más que las historias que se basan en tramas (complejas o sencillas), amo ver a los personajes evolucionar, volverse más complejos, o simplemente mostrar la hilacha que mantenían oculta.

En ese sentido Mistborn lo tiene todo. Lo recomiendo ampliamente a todos amante de la fantasía, a todo amante de historias con complejidades políticas, a los amantes de las historias de ladrones y de asaltos y especialmente a los amantes de las historias de personajes, porque no se verán decepcionados. Otro punto importante que tiene la historias es que, a pesar de ser tres libros, el primer libro se puede leer como autoconclusivo y disfrutarse mucho, así que, quienes tienen miedo o no quieren embarcarse en una saga (y menos tan larga como esta), pueden probar leer el primer libro como único y de todas formas experimentar la narrativa de Sanderson en su plenitud.

Los dejo con esto, que no es poca cosa porque no cualquier saga tiene la virtud de dividirse en historias autoconclusivas que a la vez se continúan la una a la otra, y los invito a leerlo y formar parte de este club de fans de Sanderson que cada día se va ampliando más y más en nuestro país.



domingo, 17 de septiembre de 2017

IIAAV #3

Roja espera

La estación estaría envuelta en sombras. Como siempre. Las reformas del subterráneo habían dejado de lado aquel andén, convirtiéndolo en un lugar seguro. Convirtiéndolo en su hogar.

De vez en cuando las luces artificiales se encendían y podía escuchar al carro de mantenimiento en las vías abandonadas. Había veces que se molestaba en alejarse,en un pequeño acto de bondad hacia la humanidad a la que ya no pertenecía. A veces no.

De esos momentos había nacido su leyenda,y tan solo se había enterado que ese era su estatus cuando lo escuchó de la voz de unos incursionistas urbanos. Los dejó ir esa vez,sin darles siquiera una pizca de lo que buscaban... ella. En su mente aquello era lo mejor que podía hacer por quienes le hicieron sentir (en su habla, en su entusiasmo casi infantil por la leyenda que era ella misma) que podía olvidarse del verdadero motivo por el que estaba allí. El motivo por el que esperaba todos los días, sin excepción, a que la muerte le llegará de una vez por todas.

Pero no llegaría nunca. Al menos no para ella.

A pesar de que podía salir durante el día, ya que su habitáculo no sería besado por los rayo solares, todo era más leve durante la noche, por eso la prefería. Su mente estaría más atenta, menos letárgica. Sus sentimientos estarían aplacados por el millar de estímulos que ofrecía el silencio inhumano de las profundidades. No sentiría tanto la culpa que la acompañaba eternamente. Su vientre no parecería sangrar, aunque en el fonda siempre lo haría, tiñendo de rojo el vestido que llevaba aquel día, cuando todo se vino abajo, cuando salió corriendo de la oficina médica y se lanzó a la oscuridad del subterráneo dónde encontraría su final... su principio.

Seguía quedándose allí a pesar de todo. Por las dudas, por si acaso todo había sido un sueño, por si todo en su cuerpo seguía en su lugar, por si descubría que nada la había mordido, que no se quemaría en la luz... que los intrusos no sabían tan rico.

Un sonido la sacó de sus cavilaciones. Estaba cerca,lo suficientemente cerca. En una noche normal no le importaría escucharlo, pero desde que había dejado ir a los incursionistas había un dolor incesante en su estómago que nada tenía que ver con su herida mortal.
Al instante sus fosas nasales se llenaron de su olor. Su maldito olor. Estaba conformado principalmente de alcohol, pero había algo mucho más estimulante mezclado.

−Mierda −se le escapó. Rara vez hablaba, pues no había nada a lo que hablarle, así que su voz se le antojó extranjera.

...

Ben trastabillaba por las escaleras sucias y abandonadas de la estación C. Había ido a parar allí tras una pelea en el bar, lamentablemente no podía decir que aquello fuera poco habitual. Tampoco era extraño que terminara en un lugar lejano, abandonado y oscuro y que al despertar no supiera cómo había llegado allí. Se podría decir que a esa altura Ben estaba acostumbrado a no entender nada de lo que le pasaba.

No recordaba por qué había iniciado la pelea ni contra quién había peleado. Solo tenía la vaga idea de que no había ganado. En parte porque estaba internándose en un agujero oscuro, en lugar de seguir bebiendo; en parte porque su ojo le dolía y podía sentir un largo río de líquido que salía de su nariz.

Iba a tener mucho que explicar en la mañana cuando llegara al trabajo. Tristemente, tampoco podía decir que fuera algo extraño encontrarse a las altas de la madrugada pergeñando excusas.

Logró llegar al final de alguna de las escaleras, era mucho saber cuáles, y se sentó para intentar examinar los daños y dejar que su cabeza se asentara y dejara de girar.

Dio un largo respiro antes de atinar a sacar un pañuelo de su bolsillo. Siempre llevaba un pañuelo de tela, gusto adquirido gracias a su abuelo, que le enseñó también lo que era un bar. Se apretó la nariz con fuerza y cerró los ojos para poder concentrarse en alguna idea sin que el mundo se empeñara en moverse. Fue entonces cuando lo sintió, frío, un frío que nada tenía que hacer en aquella noche de julio en Montreal.

Alzó la mirada, pero no vio nada. Su cuerpo, sin embargo, le indicaba que algo estaba allí, que algo lo miraba. Que algo lo cazaba. 

Se levantó alterado y trató de correr escaleras arriba. No sabía lo que estaba allí, la lógica indicaba que no podía ser nada, pero la lógica y él jamás se habían llevado bien. Y hacía frío, mucho frío.

Subió un par de escalones pero se tropezó y cayó al suelo, con tal habilidad que se golpeó la cabeza. Estaba acelerado, desesperado, pero su cuerpo le permitió levantarse otra vez y volver a correr.

No llegó lejos. Unas manos heladas le rodearon los hombros y en un parpadeo sintió algo punzante en la yugular. Y luego ya no sintió nada.


Basado en el video: Top 3 Scariest Canadian Urban Leyends of All Time! de Kaylena Orr