lunes, 28 de agosto de 2017

Te recomiendo un libro #4

¡Buenas a todos! ¿Cómo han estado? Hoy toca otra vez un Te recomiendo un libro, el cuarto en la serie y el sexto libro recomendado. Esta vez le toca a un libro ameno, muy fácil de leer y muy atrapante de un escritor nacional: Luces de Neón. Antes de empezar la recomendación tengo que detenerme a agradecer al #Clubdelectura.uy y al Museo Zorrilla por la oportunidad de conocer al escritor como parte del ciclo Hablan los Autores. También tengo que agradecer específicamente a Stephanie de Al filo de las hojas por prestarme el libro en cuestión, ¡mil gracias!


Autor: Rodolfo Santullo (1979, México DF, México)
Fecha de publicación: 2016
Páginas: 144
Sinopsis: En una noche en la playa, el argentino Pablo Gorland 
devenido en empresario que intenta reconstruir un viejo hotel casino en Atlántidarecibe una brutal golpiza que lo deja al borde de la muerte.
Su hermana, Irene, contrata al ¿investigador?, ¿sicario?, Harrison Rey para encontrar a los culpables. Pero las razones de esta historia bien pueden encontrarse treinta años atrás, en un robo pergeñado a la salida mismo de la Dictadura.
Santullo trae de regreso al inescrupuloso Harrison Rey para desentrañar una trama de traiciones, asaltos frustrados, venganzas, codicia y sueños rotos donde, por supuesto, los límites entre el bien y el mal son imperceptibles.


Leí este libro gracias al #Clubdelectura.uy, pues sabía que íbamos a tener la charla con el autor el 29 de junio. Fue Stephanie quien me proporcionó la copia, con la idea de conocer un poco más al autor antes de formar parte del encuentro. Como ya he mencionado otras veces en el blog, estos últimos años, especialmente este último, he estado sufriendo de trastornos del sueño, ansiedad y depresión, lo que lamentablemente me ha dejado exhausta y sin energías, también me resulta muy difícil concentrarme en una lectura, por lo que he leído muy poco y si me voy a sentar a leer prefiero saber de antemano si el libro tiene cualidades que me pueden gustar o no, para hacer más amena la lectura. En este caso sabía muy poco, salvo que era novela negra, o al menos una novela que toca temas compartidos con la novela negra, y que era un libro corto y tenía muy pocos días para leerlo. ¡Sin presiones!

Stephanie me había comentado que era sencillo de leer, y sabiendo que era corto, decidí hacer el esfuerzo, sin dudas valió la pena. Si bien a mí me tomó un par de sentadas, estoy segura que este es un libro para leer de una en un período muy corto de tiempo. La historia es atrapante desde el principio, con personajes que crean  inmersión y una doble perspectiva pasado-presente que no crea favoritos (no sucede lo que a veces pasa en libros con doble perspectiva que hace desear terminar una parte para leer prontamente la otra que uno cree que es mejor).

Es muy difícil hablar de un libro que basa su trama en el misterio sin crear spoilers, así que voy a evitarlo lo más posible. Pero sí puedo decir que la trama del libro te empuja a consumir la siguiente página para conocer un poco más de todo el asunto. Sin ser una apología de los criminales sí crea una imagen humana y realista de ellos, dándoles es tan pocas páginas la posibilidad de ser detestados, temidos y comprendidos.

Personalmente creo que es una historia redonda, que te da una mirada fresca del género, sin convertirse en una historia necesariamente oscura (aunque tenga elementos de lo más espeluznantes). La prosa es absolutamente impecable, sin duda hija de uno de los mejores escritores nacionales que tenemos en este momento. Les invito a leerlo, especialmente si están en un bloqueo lector, pues se consume con facilidad.

Este libro se puede encontrar con facilidad en las librerías, y si no lo encuentran, ¡recuerden que preguntarle a su librero no es un pecado!



sábado, 26 de agosto de 2017

IIAAV #2


Dulces sueños


Lo había estado observando desde hacía meses. Sabía que no debería haberse acercado. Aquella casa era la peor opción que podría haber tomado, demasiado riesgoso, demasiado obvio. Pero no podía evitarlo, había una fuerza más poderosa que lo seguía llevando al mismo lugar cada noche, al punto de que si no la obedecía se volvía doloroso.

Quizás estaba engañándose a sí mismo. Demonios, ¡por supuesto que estaba engañándose a sí mismo! Pero después de trescientos años de existencia, seguía siendo igual de débil ante las explosiones emocionales.

Su primera incursión en la casa hacía dos semanas había sido un completo desastre. Había intentado usar las alas con las que había nacido, pero el remedio había sido peor que la enfermedad, si hubiera entrado caminando, por la entrada principal, mientras la familia cenaba en el comedor, no habría sido tan terrible como lo que efectivamente había ocurrido. La extensión de sus alas —unido al largo de sus dedos— era demasiado para la cocina donde se encontraba la puerta trasera, y había terminado tirando platos, vasos y potes de harina y azúcar. El piso era un desastre y al cerrar sus alas para tratar de evaluar los daños había terminado por pisar el destrozo y dejar marcas de sus enormes pies y uñas —solo un par, pero eran suficientes—. Se retiró al instante, justo cuando la esposa llegaba por la puerta del garaje con el bolso del trabajo en una mano y el bebé atado en un canguro. Sí, la familia tenía un bebé, ¡estaba siendo un completo idiota! Lo sabía bien.

Se retiró al abrigo de la tarde, cuando ya el sol no podía dañarlo y dedicó el resto de la noche a la caza, olvidando —o mejor dicho, tratando de ignorar— la escena de espanto que había dejado en los suburbios. Su color grisáceo solía ayudarlo a camuflarse en la naturaleza —y solía volar demasiado alto como para que pudieran reconocerlo como un peligro—, pero de todas formas acercarse demasiado a las ciudades era ridículo, completamente estúpido. Pero allí estaba él.

La razón por la que se había obsesionado con esa casa en particular era aún más ridícula. Tenía suerte de no haber encontrado a ninguno más de su especie en el área, en el mejor de los casos se habría convertido en el hazmerreír eterno de la otra criatura, en el peor de los casos, su camarada habría tomado el asunto en sus manos y habría eliminado la posible amenaza. Después de todo, sus sentimientos convertían al sujeto de sus deseos en una peligro para su especie. Nadie quería ser ese tipo, y si ese tipo no podía evitar encapricharse con la comida, normalmente los demás se hacían cargo de que terminara en donde debía terminar —adentro de uno de ellos—.

No podía evitarlo. Había volcado por completo su forma de pensar —normalmente enfocada en urgencias alimentarias— y lo había convertido en un chiquillo asustado, persiguiendo entre las sombras, acobardado, esperando que el otro se moviera primero.

Por supuesto aquello era enfermizo. Había comido a humanos que se comportaran de esa forma antes. Era completamente capaz de darse cuenta de que sus actitudes no tenían sentido para alguien de su especie y serían espeluznantes en caso de que fuera un humano.

Pero es que aquel hombre… Aquel hombre le hacía latir el corazón.

Sí… el marido. El hombre perfectamente feliz y casado, al que había escuchado quejarse innumerables veces de las teorías ridículas de su mujer que estaba asustada por los eventos sucedidos. Después de todo no solo había destruido la cocina, sino que también se había colado por las noches a la casa para verlo pasar del cuarto al baño y luego al cuarto del bebé, completamente a oscuras en su ropa interior — horroroso realmente, eso lo sabía, pero no podía evitarlo—; de vez en cuando la mujer también se aparecía y lograba captar alguna parte de él, lo cual le hacía correr espantada de regreso a la habitación. La teoría más fuerte de la mujer es que había un demonio en la casa. No estaba tan equivocada, algunos incluso dirían que estaba completamente en lo cierto. Pero el hecho era que él no estaba allí para robarle a su primogénito —la pequeña criatura no podía importarle menos, aunque había pasado un par de veces por su cuarto y notó que el bebé sabía perfectamente que allí estaba… y no le provocaba terror—, sino a su marido. Tal vez. En realidad no lo sabía. No podía saberlo. ¿Qué iba a hacer un vampiro como él —alado y de aspecto animal— con un humano? Además que comérselo, claro. Nada de aquello tenía sentido, pero él seguía apareciéndose.

A veces tenía que retirarse temprano; un paso en falso podría significar despertar al bebé o al perro —otra criatura molesta, que no paraba de ladrarle cuando lo percibía—; pero aquella noche llegó hasta la puerta de la habitación cuando todo el mundo ya dormía profundamente.

Nunca había llegado tan cerca. Se preguntó si debía entrar, si acaso debía aprovechar aquella oportunidad única y acercarse lo más que pudiera a aquel hombre. Era tan extraño, se sentía nervioso, sus instintos ni siquiera se enfocaban en la sangre, era como si ya no importara. Una habitación llena con casi doce litros de sangre —si contaba al perro— y lo único que le interesaba era tocar la mejilla de aquel hombre, solo un poco, solo para ver cómo se sentía. Podía hacerlo muy rápido, tendría cuidado de no tocarlo con sus garras, no quería lastimarlo.

Había colocado su enorme mano en el marco de la puerta, sus ojos amarillos apenas asomados, espiando, tratando de generar coraje para dar un paso hacia adentro… Y entonces ocurrió. Escuchó la respiración del hombre volverse controlada al tiempo que el perro abría los ojos y lo enfrentaba directamente.

¡Demonios! ¿Demonios? ¿Tenía sentido insultarse a sí mismo?

El animal saltó de la cama y comenzó a ladrar con fuerza. Sabía que no habría vuelta atrás. El hombre abrió los ojos bien grandes al notar sus largos dedos y, por alguna razón que todavía no sabía explicar, salió saltando de la cama en dirección hacia él.

¿Lo estaba persiguiendo? ¿De verdad? Nunca entendería a aquellos humanos que corrían hacia el peligro, en lugar de huir de él. Pero ahora no tenía escapatoria, debía desaparecer. Salió disparado por el pasillo y giró a la izquierda, hacia una habitación a oscuras.

El hombre y el perro lo siguieron de cerca, seguramente estaban corriendo al máximo de sus posibilidades, pero para él fue como una carrera en cámara lenta. El hombre prendió la luz de la habitación. No había ventanas allí. Era un baño de invitados, si hubiera estado prestando atención —como lo habría hecho si en lugar de encapricharse con un humano lo estuviera cazando— hubiera sabido que no tenía que meterse allí. Pero no había estado prestando atención y como resultado estaba acorralado.

El hombre en la puerta, sin embargo, parecía completamente desorientado. Su pelo ondulado, despeinado por estar recién levantado, y sus ojeras permanentes —desventajas de tener una cría de seis meses— le dieron una apariencia bastante bobalicona mientras trataba de comprender por qué no veía nada. El perro, por otro lado, ladraba decidido hacia la esquina. Hacia su esquina. Allí donde se había metido, arrollado, con sus alas abrazándolo y los pies pegados al techo.

Entendió entonces. Él había querido desaparecer, eso le dio la habilidad que, durante toda aquella temporada, había olvidado que tenía… volverse invisible, o mejor dicho, volverse invisible a ciertos espectros de luz.

Era bastante estúpido que no lo recordara, pero, después de todo, toda aquella situación era ridícula. El hombre se cansó eventualmente y él lo vio desaparecer por el pasillo en sus calzoncillos azules.

No pudo salir de la casa hasta la noche siguiente. Los humanos lo habían olvidado. Pero el perro siguió allí hasta que lo sacaron a pasear al atardecer.


Se alejaría de los suburbios por un tiempo. Corazón latiente o no, debía trazar un mejor plan antes de hacer la siguiente tontería.


Basado en: no lo recuerdo (link pendiente), probablemente por Be. Busta.

jueves, 24 de agosto de 2017

Te recomiendo un libro: especial nostalgia #6

¡Feliz día de la nostalgia! ¿O debería ser triste día de la nostalgia? Como sea, hoy celebraremos con una entrada de Te recomiendo un libro: especial nostalgia muy muy especial. El día de hoy les presentaré al que fue mi primer libro favorito y un libro que me acompañó durante años en el camino de la lectura. Se trata de El fantasma del palacio.


Autora: Mira Lobe (1913 - 1995)
Título original: Das Schlossgespenst
Primera edición: 1976
Primera edición en español: 1983, El Barco de Vapor. (Mi edición es la octava 1988).
Edad recomendada: A partir de 6 años.
Edad a la que lo leí: 4 o 5 años.
Sinopsis: Un solitario fantasma de palacio pone un anuncio: «Habitante de palacio se busca urgentemente». El pintor Balduíno, su Princesa y Wuff se van a vivir con él. Los cuatro viven numerosas aventuras antes de hacerse amigos.




 Este libro es extra especial para mí. De él solo conozco una copia, la mía, que vino a caer en mis manos como herencia de mi prima Nía cuando yo era muy chiquita. De inmediato se convirtió en mi libro favorito. Quizás porque, a pesar de mi temprana edad, ya quedaba claro que la fantasía sería mi camino. Quizás porque en la soledad del fantasma podía identificar mi propia soledad y la llegada de Balduíno y sus mascotas presentaba una esperanza para mí también.

No puedo explicar de forma racional como un cuento tan corto y lleno de ilustraciones todavía tiene a mi corazón de su lado. Es uno de esos tesoros de la infancia que todos tenemos y que defendemos con uñas y dientes. Esta historia significaba mucho para mí en su momento, porque me permitía sentirme acompañada, porque me dejaba dar rienda suelta a la imaginación y creer que la magia existía. Es una historia especial, porque trata con uno de los amores que considero más importantes en la vida: la amistad, y lidia con un tema que todos tarde o temprano sufrimos: la soledad. Este libro fue mi compañero, mi luz, mi pedacito te magia y no puedo sacarlo de mi lista de favoritos.

Siempre tendrá un lugar en mi corazón por ser el primero de mis libros favoritos, un libro que leí al punto de dejar en condiciones tales que no deseo tocarlo más para no destruir su historia. Algún día me gustaría comprarme otra copia (sé que se ha hecho una edición más nueva, pero jamás llegó a Uruguay) para continuar leyendo y compartirlo con mis sobrinos y mis hijos.


¡Gracias por acompañarme en esta semana de reseñas nostalgiosas! Mañana sale una extra, para todos los que estén libres el día de la independencia (lamentablemente tuve que cancelarla). Espero que tengan una hermosa noche de la nostalgia y no se olviden nunca de aquel niño que fueron.

Edit: Gracias a Fernando por proponer en los comentarios que cada uno coloque a su pequeño tesoro literario. Un libro tan importante y que los marcó tanto durante la infancia, que sin importar qué siempre estará abrigado en sus corazones. ¡Espero sus respuestas!

miércoles, 23 de agosto de 2017

Te recomiendo un libro: especial nostalgia #5

Ya casi es el día de la nostalgia y por lo tanto hoy vamos a festejar con un libro muy especial que llegó a mi vida cuando estaba en mis primeros años de la escuela. Se trata de mi libro favorito de Roy Berocay: Pateando Lunas.

Autor: Roy Berocay (1955, Montevideo, Uruguay), Roy Berocay en Facebook.
Primera edición: 1996, Alfaguara Infantil. (Mi edición actual es la séptima del 2002).
Páginas: 166
Edad sugerida: A partir de 10 años.
Edad a la que lo leí: 6 o 7 años.
Sinopsis: Dado que no existe una oficial, voy a tener que crear la mía propia: Maite es una niña de nueve años, algo bajita y flaca pero con unas piernas muy fuerte, y, además, Maite ama jugar al fútbol. Sin embargo, su familia y las personas que la rodean no creen que sea una actividad apropiada para una niña. Una historia dulce y divertida que demuestra que una sola niña pequeña puede romper esteriotipos a pelotazos.


Como dije más arriba, este libro llegó a mí de una forma inusual (inusual para mí, al menos, dado que la mayoría de mis libros favoritos me entraron por los ojos primero), y fue durante una clase en segundo de escuela en la que, por una razón u otra, mi maestra tuvo que faltar. Ese día tuvimos a una de las coordinadoras del colegio y nos leyó varios cuentos, entre ellos: Pateando Lunas. Fue un libro que amé desde el principio y que luego de ese momento retiré varias veces de la biblioteca escolar para leerlo.

Recién a los dieciséis años me hice con mi propia copia y volví a leerlo y a amarlo. Es una historia que quizás, por suerte, se está volviendo un poco obsoleta, ya que trata los roles de género impuestos (que claramente siguen existiendo) a través de una sociedad que no ve bien que una niña juegue al fútbol (eso por suerte se está perdiendo, aunque siga habiendo mucho trabajo para hacer).

En su momento me llegó al alma porque mis actitudes nunca fueron demasiado femeninas (acorde a quién sabe quién que creía que ser femenina era tal cosa) y este libro me permitió sentirme yo misma, una niña igual que las otras niñas, pero que además le gustan otras cosas que algunos dicen que son de niños pero que, después de todo, la gente está equivocada al respecto.

Para algunas personas sigue sonando tonto que deba haber representación en la literatura, pero lo cierto es que libros como este me permitieron aceptarme como era cuando muchas voces adultas (a quien los niños toman como voces máximas) me decían que tal cosa que hacía era de niño. Sentir que uno solo es quien es (sin el extremo, mucho menos representado, de ser transgénero) pero los demás no te acepten o crean que actúas como algo que tú no crees que eres, es algo extremadamente abrumador para un niño. Es ya suficientemente difícil crecer sin la necesidad de voces externas diciéndote que está mal ser quien eres (cuando no le haces daño a nadie y, al contrario, aportas a tu comunidad), y los libros como este ayudan a que uno sea capaz de anestesiar esos comentarios y, con un poco de suerte, también ayudan a la sociedad a razonar y progresar.

Yo creo que nuestra sociedad ha avanzado mucho desde que leí este libro, desde que fuera extremadamente necesario, pero aún creo que debería leerse, especialmente teniendo muy en cuenta que cuando fue escrito estas actitudes eran mayoritarias y muchas niñas (y niños, por otros gustos) sufrieron por eso.

Es una historia muy dulce, divertida y abierta de mente, que nos recuerda que los niños son niños y que eso no significa más nada que hacer picardías, cometer errores y andar con las rodillas raspadas.

martes, 22 de agosto de 2017

Te recomiendo un libro: especial nostalgia #4

Y seguimos con nuestra semana de recomendaciones nostagiosas. Ayer le tocó a uno de los libros que me marcó más como escritora, hoy le toca a el libro que marcó mi vida como lectora y que me introdujo al mundo de lo fantástico para siempre y de forma incurable. Se trata de Harry Potter, toda la saga, aunque colocaré a Harry Potter y la piedra filosofal (1998) como recomendación, ya que es el que abre la saga.

Autora: J. K. Rowling (Joanne Kathleen Rowling, 1965, Yate, Reino Unido), @jk_rowling en Twitter.
Título original: Harry Potter and the Philosopher Stone (1997).
Otros títulos de la saga: Harry Potter y la cámara secreta, Harry Potter y el prisionero de Azkaban, Harry Potter y el cáliz de fuego, Harry Potter y la Orden del Fénix, Harry Potter y el príncipe mestizo y Harry Potter y las Reliquias de la Muerte.
Sinopsis del primer libro: Harry Potter se ha quedado huérfano y vive en casa de sus abominables tíos y del insoportable primo Dudley. Harry se siente muy triste y solo, hasta que un buen día recibe una carta que cambiará su vida para siempre. En ella le comunican que ha sido aceptado como alumno en el colegio interno Hogwarts de magia y hechicería. A partir de ese momento, la suerte de Harry da un vuelco espectacular. En esa escuela tan especial aprenderá encantamientos, trucos fabulosos y tácticas de defensa contra las malas artes. Se convertirá en el campeón escolar de quidditch, especie de fútbol aéreo que se juega montado sobre escobas, y se hará un puñado de buenos amigos... aunque también algunos temibles enemigos. Pero sobre todo, conocerá los secretos que le permitirán cumplir con su destino. Pues, aunque no lo parezca a primera vista, Harry no es un chico común y corriente. ¡Es un verdadero mago!


Colocar a Harry Potter en una lista de favoritos nostálgicos casi raya en el cliché, sin embargo, todos los que realmente crecimos con Harry sabemos que es imposible quitarlo de nuestras listas. Sin importar cómo nuestra experiencia lectora continuó evolucionando, Harry seguirá siendo una parte fundamental de nuestro amor por la lectura.

Para mí, este mundo fue un refugio en el cual guarecerme cuando me sentía sola, cuando sentía que faltaba algo en mi vida. Fue un lugar seguro al cual siempre volver. Jamás había sentido el apego que sentí con la saga de Harry mientras seguíamos esperando que salieran lo siguientes libros y tampoco lo volví a sentir luego de eso.

Los que crecimos con los libros sabemos que hay algo completamente irreemplazable en esa experiencia que vivimos. En las esperas que tuvimos que sufrir, en las comunidades que se formaron al rededor de eso, a las cuales le deben tanto las comunidades modernas. Fue una experiencia mundial e histórica que merece ser tratada con más cuidado y estudio del que se le da hoy en día, pues afectó a una generación.

No fue mi caso el de empezar a leer con esta saga, pero sí fue con Harry que descubrí el maravilloso mundo de la magia con pienso, de la magia con un sistema detrás, de la magia creíble. Aquel mundo, al cual entré por primera vez con la primera película a los 9 años, me atrapó por completo y no me dejó ir más. Sin dudas me gané, de forma irremediable ya, el puesto de la rara de la clase, pero Harry me dejaba tan en calma que me daba lo mismo si los demás creían que era rara, valía la pena ser rara si a cambio podía tener tanta paz, esperanza y fuerza para seguir mis sueños.

Los libros de Harry Potter marcaron el final de mi infancia y toda mi adolescencia, puedo decir, sin miedo a equivocarme, que me dieron las fuerzas que necesitaba para sobrellevar las vicisitudes de esa época de mi vida. Por eso cuando salió el último libro de cierta forma sentí que algo se quedaba en él y que algo de mí ya no me pertenecía y cuando la década de historias de Harry Potter cerró con la última película (con 19 años, 10 años después de ver la primera), sentí que una parte de mí quedaba en esa sala de cine. De cierta forma sentí que ese fue el momento en que me despedía de mi adolescencia, que ese final marcaba otro final.

Por eso puedo decir que Harry Potter marcó en gran parte quien soy ahora. No puedo más que recomendar la saga, aunque, como con todos los libros que se vuelven sumamente importantes para mí, yo entiendo a aquellos que no los leen, pero desearía con todo mi corazón que pudieran experimentar una cuarta parte de lo que yo viví con ellos. Siete libros que hubo que esperar, siete libros que no duraron más que un par de horas luego de tenerlos en mis manos, siete libros que me hicieron declarar con orgullo que era lectora y que me encantaba leer libros largos.

¿Por qué leerlos ahora? Porque son libros llenos de magia, aventuras, misterios y fantasía; pero fundamentalmente, porque las historias están plagadas de amor: amistad, hermandad, amor maternal y paternal y una plétora más de amores que solemos olvidar día a día, pero que encontramos casi sin querer en cada página de estos libros.

Esa es la razón fundamental por la que todos los Pottéricos claman que estos libros son su hogar, porque en los hogares uno se siente querido, y en Hogwarts, aún si uno es una pequeña niña uruguaya a miles de kilómetros de las Islas Británicas, uno siente que puede ser uno mismo. Y eso... eso es impagable.





Le dedico esta entrada a una de mis Gryffindors favoritas: Sofía Aquerre de Erial, que está cumpliendo años hoy.

También le dedico la entrada al #Clubdelectura.uy por convertirse en mi Hogwarts de la vida real (y a Joanna en específico, pues sé que este mundo es sumamente especial para ella).

lunes, 21 de agosto de 2017

Te recomiendo un libro: especial nostalgia #3

Buenas a todos, hoy vengo con un libro que quizás no pueda ser considerado para niños, es más, estoy segura de eso, pero yo lo leí con once años y es el libro que más me ha marcado como escritora, llevándome a escribir mi primera novela con doce años. Se trata de El Señor de los Anillos (la saga entera, pues la leí en una sola semana).

Las hermosas ediciones en las que descubrí esta historia, pertenecientes a mi padre, gracias a quién entré en este mundo, ¡gracias papá!

Autor: J. R. R. Tolkien (John Ronald Reuel Tolkien, 1892, Bloemfontein, hoy Sudáfrica - 1973, Bournemouth, Reino Unido)
Libros: El Señor de los Anillos: La comunidad del anillo, Las dos torres y El retorno del rey.
Título original: The Lord of the Rings: The Fellowship of the Ring, The Two Towers, The Return of the King.
Primera publicación: 1954, George Allen & Unwin.
Primera publicación en español: 1977, Ediciones Minotauro (también la fecha de mi edición).
Edad a la que los leí: 11 años.
Sinopsis del primer libro: En la adormecida e idílica Comarca, un joven hobbit recibe un encargo: custodiar el Anillo Único y emprender el viaje para su destrucción en las Grietas del Destino. Acompañado por magos, hombres, elfos y enanos, atravesará la Tierra Media y se internará en las sombras de Mordor, perseguido siempre por las huestes de Sauron, el Señor Oscuro, dispuesto a recuperar su creación para establecer el dominio definitivo del Mal.

Llegué a este maravilloso y casi infinito mundo, creado por el genio de Tolkien, gracias a varias cosas. En primer lugar, mi padre, otro gran lector (como también lo es mi madre) quien creo que siempre tuvo el plan malvado de introducirme en la Tierra Media (¡misión cumplida!). En segundo lugar, las peripecias de la pre-adolescencia, altos de imaginación y bajos en sociabilidad. En tercer lugar, las vacaciones de verano, creo que debo agradecerles también, pues fue gracias al verano que me sentí lo suficientemente confiada como para tirarme a la difícil aventura de leer un libro tan apreciado y tan importante para la literatura en general y para la épica fantástica en específico, aventura que muchas veces detiene a lectores mucho mayores y más avanzados de lo que yo era en aquella época. En último lugar, debo agradecer a Peter Jackson, después de todo él creó la última causa que hizo que yo leyera el libro.
Verán, fue en ese verano, mientras disfrutaba de mis vacaciones, que me encontraba haciendo zapping en el hall de mi casa cuando de pronto apareció una escena maravillosa: había un enorme monstruo de sombras y fuego que perseguía a nueve personas a través de una enorme montaña y hasta el puente que los llevaría a la salida. La escena del Balrog se desenvolvió ante mí y no pude despegar los ojos de la televisión hasta que terminó la película. Cuando mi padre regresó del trabajo le conté emocionada lo que acababa de ver y él reconoció al que es uno de sus libros favoritos de inmediato. Así fue que llegué a leerlo al fin, y estoy muy agradecida por ello.

Este libro no solo marcó un antes y un después en mis gustos literarios, sino también un antes y un después en mi carrera como escritora. A los once años no estaba segura de que ser escritor fuera algo real del todo y aún no me decidía a escribir historias de forma constante. Fue este libro el que marcó la dirección por completo hacia la escritura continua, que me impulsó a escribir mi primer cuento largo (una nouvel que nada tenía que ver con fantasía épica, llamada El precio de la inmortalidad; sorprendentemente no había ningún elfo, era la historia de una familia uruguaya cuyo padre, un científico, había descubierto una fórmula que haría a los humanos inmortales) y eventualmente mi primera novela (una historia de misterio y detectives que terminó deviniendo en una historia de fantasía épica de cuatro libros, con casi trece años de trabajo encima, no me pregunten cómo sucedió eso... yo culpo a los duendes).

Entienden ahora que el valor que este libro tiene para mí es irreemplazable. Es el libro que marcó el comienzo de quien soy ahora y me dio la valentía que necesitaba para enfrentar muchas cosas, principalmente mi carrera como escritora.

Reconozco que tiene dificultades de lectura, principalmente la tendencia de Tolkien a explicarte de dónde viene el viento, qué clase de insectos habitan la zona y si el sol saldrá por el este como siempre o si se le ocurre salir por el norte (está bien, está bien, eso último es una broma). También podemos hablar por horas sobre la falta de personajes mujeres y por qué tienen el lugar que tienen en la narrativa Tolkiendili (creo que una respuesta corta sería, ¡el hombre nació en 1892!). Pero creo que es importante no perder de vista la razón clave por la que este es un clásico de la literatura fantástica: es el primero en su clase. No es la primera historia épica, ni la primera historia épica con fantasía (esto deberíamos dárselo a las historias antiguas, como las Eddas, aunque deberíamos tener en cuenta que para quienes las contaban estas fantasías no eran tales, los dioses eran reales y también la magia y los elfos), pero es la primera novela de su tipo en la literatura moderna y todos quienes vinieron después, ya sea adhiriéndose al estilo o rechazándolo por completo, lo hacen gracias a que El Señor de los Anillos estuvo allí primero.

Así que si eres un aficionado a la fantasía, especialmente si la épica es tu estilo, o si eres un adicto a la lectura y deseas conocer los primeros libros en cada clase de literatura, les recomiendo y encomiendo a leer esta saga. Asimismo, si son escritores, hay más de una cosa que aprender de Tolkien, especialmente relacionado al worldbuilding o creación de mundos, así también como la incorporación de la lingüística (a través de diferentes culturas con distintas lenguas) y la conciencia histórica en tus historias.

Queda hecha entonces la invitación nostalgiosa del lunes, ¡nos leemos mañana!

domingo, 20 de agosto de 2017

Te recomiendo un libro: especial nostalgia #2

¡Feliz día del niño para todos los niños! Para los que todavía son chicos y para todos los que guardamos al niño que fuimos por el resto de nuestras vidas. Dado que hoy es un día de festejo muy especial para los más chiquitos de casa, vengo a recomendar un libro que es ideal para los niños que casi casi son adolescentes: Los Cazaventura y el camino perdido de los Andes el primero de la saga de Los Cazaventura.

Autora: Helen Velando (1961, Montevideo, Uruguay) en Facebook: Helen Velando.
Primera Edición: 2003, Alfaguara Infantil.
Edad recomendada: A partir de 10 años.
Edad en que lo leí: 11 o 12 años.
Páginas: 372
Sinopsis: Un paquete misterioso es dejado en la puerta de los Cazaventura y, a partir de ese momento, comienzan a vivir una historia que los llevará desde la apacible Villa Serrana hasta la imponente y fascinante Cordillera de los Andes.
Isabel y Rolando, Martín, Julieta y el tío Benjamín recorrerán varios países; conocerán distintas realidades geográficas y culturales que permanecen como si el tiempo no hubiera transcurrido; a cada paso, su ingenio y entereza serán puestos a prueba, y experimentarán la maravilla de adentrarse en un mundo en el cual se aúnan la historia y la leyenda, la realidad y la magia.



Conocí este libro de la forma que se solían conocer los libros en aquella época, especialmente para una persona tímida e introvertida como yo (a quien incluso preguntar por un libro le causaba [cofcofcausacofcof] ansiedad y extrema vergüenza), a través de ir a una librería y mirar título por título hasta que algo te llamara la atención y convencieras a tus padres de que por favor te lo compraran. Tengo el vago recuerdo de que fue en un Mosca en el Montevideo Shopping y que mis padres me habían dado permiso para elegir un libro. En aquella época ya había leído los primero cuatro libros de Harry Potter y probablemente también El Señor de los Anillos, por lo que estaba muy orgullosa de mi recientemente adquirida habilidad de leer libros enormes y Helen Velando salió al ataque con un libro poderoso: era grande y era de una autora uruguaya.

Recuerdo haberlo leído en un par de noches. Me gustaba mucho leer de noche, me sigue gustando, pero en aquel entonces era un placer maravilloso, casi una picardía. Fue un libro que me maravilló, que me permitió vivir aventuras cerca y lejos de casa, con personajes que claramente eran parecidos a gente que veía todos los días y a la vez llenos de la magia infantil que uno no quiere perder nunca. Helen Velando es realmente una genia en lo que se refiere a creación de ambientes, te sentías estar en cada uno de los pueblos y ciudades de los que escribía; podías sentir el viento de la carretera, el olor de los campos y montañas, lo intrincado de los ríos de agua y de gente. Me resultó una prosa maravillosa y cuando pensé en escribir sobre libros nostalgiosos de inmediato pensé en Los Cazaventura. Me debo leer los últimos dos libros de la saga y El diario olvidado de un Cazaventura, y y es algo que planeo hacer pronto.

Si necesitan un poco de aventura (o mucha aventura a decir verdad), de la mano de una autora nacional excelente, con personajes cotidianos uruguayos que recorren toda América Latina, no se pierdan la saga de Los Cazaventura. No van a arrepentirse, son libros atrapantes, de los cuales además se puede aprender muchísimo, tanto en conocimiento general, como lector e incluso como escritor (considero a estos libros grandes maestros de la narración, especialmente para literatura juvenil pre-adolescente).

Tampoco hay que olvidar que esta saga hace un hincapié maravilloso en la importancia de la familia y los vínculos familiares: madre-hija, hermana-hermano, hijo-padre, padre-hija, madre-hijo, tío-sobrinos; y esto no es un detalle menor, ya que muchas veces en la literatura (especialmente la juvenil) se tiende a hacer énfasis en el personaje principal adolescente, olvidando por completo los vínculos familiares (muchas veces creando protagonistas con múltiples vínculos rotos, que solo se relacionan con amistades o amores [y estos a su vez muchas veces también son vínculos rotos, o en pedacitos]). Este libro demuestra que es perfectamente posible escribir literatura juvenil moderna desde un conjunto de personajes (muchos de ellos adultos) y que esto no afecta en lo más mínimo el disfrute del adolescente que lo lee.

Hoy, día del niño, los invito a todos a abrir sus mentes a otros tipos de literaturas juveniles. Los invito a viajar por Latinoamérica y a conocer a una familia un poco loca, pero bien nuestra; los invito con mucho orgullo a recibir a la familia Cazaventura en sus bibliotecas y en sus corazones.


sábado, 19 de agosto de 2017

Te recomiendo un libro: especial nostalgia #1

¡Buenas a todos! Esta semana es diferente, mañana es el día del niño y dentro de una semana el 24 de agosto marcará no solo la víspera del 192 aniversario de la independencia de nuestro país, sino que también es lo que nosotros llamamos día de la nostalgia. Honrando estos tres días nacionales, decidí, con un empuje bastante grande de mi novio, a quién se lo agradezco infinitamente, hacer una semana de recomendaciones nostalgiosas; es decir, de recomendaciones de libros que marcaron mi infancia o adolescencia y que tuvieron o aún tienen una gran importacia para mí, por una variedad de razones.

En este episodio: Un cuento de papel de Susana Olaondo.


Autora: Susana Olaondo (1953, Montevideo, Uruguay)
Primera Edición: 1998, Alfaguara Infantil (también es mi edición).
Edad sugerida: A partir de 6 años.
Edad a la que lo leí: 6 o 7 años.
Sinopsis: Una vez existió una guerra entre los papeles y por largo tiempo desaparecieron del planeta causando graves problemas. Las respuestas al porqué están de vuelta en casa y cómo volvieron a ser amigos, las encontrarás en este cuento.


Mi primer encuentro con esta dulce y divertida historia fue hace ya casi veinte años. La razón por la que la recomiendo es porque jamás abandonó mi memoria. Siempre le tuve un cariño especial, y si bien no es la clase de historia de la que pueda hablar sin revelar toda la trama (al tratarse de un cuento), puedo asegurarles que es una excelente opción para regalar a los más pequeños de la casa mañana es su día o para regalarse a uno mismo y disfrutar unos minutos recordando al niño que uno fue. 
Susana Olaondo es sinónimo de calidad en literatura infantil, y quiero agradecerle por haber plagado mi infancia de divertidas inocencias, y en especial por Un cuento de papel, la historia que me enseñó que se puede escribir sobre cualquier cosa para niños, siempre y cuando se le dé el enfoque adecuado.

lunes, 14 de agosto de 2017

Te recomiendo un libro #3

¡Buenas a todos! Hoy vuelvo con la tercera entrega de esta nueva sección que les traigo cada martes por medio en el blog. Esta vez le toca a un libro muy especial y diferente, dado que puedo decir que al menos por un tercio del mismo hubiera jurado que no me gustaba. Se trata de Anne, la de Tejados Verdes de Lucy M. Montgomery. Este libro llegó a mí gracias a Ana Claudia del blog El Refugio del Dragón de Tierra quien lo propuso como libro del mes de marzo en el #Clubdelectura.uy. Si quieren leer una reseña más precisa, no solo del libro sino también de la nueva serie de Netflix, les sugiero que se pasen por su blog (y ya de paso se queden y comenten).



Autora: Lucy M. Montgomery (1874 - 1942, Canadá)
Título: Ana, la de Tejas Verdes - Anna, la de Tejados Verdes - Anne, la de Tejados Verdes
Título original: Anne of Green Gables
Serie: Sí (al menos ocho libros)
Primera edición: L.C. Page & Co., 1908.
Edición que leí: Emecé, 2015.

Sinopsis: Anne, la de Tejados Verdes es un clásico de la literatura juvenil, leído por muchas generaciones. Su autora, así como Louise May Alcott con Mujercitas o Lewis Carroll con Alicia en el país de las maravillas, ha creado un universo teñido de lirismo y encanto en el que la infancia brilla como protagonista.Una huérfana pelirroja, pecosa y soñadora se halla internada en un hospicio. Dos hermanos solterones, Marilla y Matthew, deciden adoptarla y llevarla a su granja, Tejados Verdes. Al principio aparece una cadena de obstáculos y rivalidades que Anne, con su chispa, buena voluntad y carácter, que se volverá inconfundible a lo largo de la saga, sortea con inocencia y sensibilidad.
Con destreza literaria, Lucy M. Montgomery teje con fineza y humor la trama de la convivencia diaria en un pueblo al que la fantasía de una niña convierte en un universo encantado. En esta primera entrega, la imaginación alocada de Anne cambia para siempre la vida de los habitantes de una pequeña aldea situada en una remota región de Canadá.


Bueno, déjenme explicarme. ¿Qué quiero decir con que les recomiendo un libro que, durante un tercio, no disfruté? Es... complicado. Este primer libro de la serie canadiense clásica de Lucy Maud Montgomery tiene un tono muy agradable, una narración dulce y amable (y bastante veloz, lo cual me sorprendió), y personajes simpáticos, no sin cierta profundidad, pero de los que se muestran solo algunas facetas en un principio como solemos esperar de un libro infantil. Todo esto es positivo.

Lo negativo, o no, quizás no, pero la razón por la cual me costó muchísimo meterme en el libro fue, en realidad, la causa de su nombre... Anne. Anne es un personaje tremendamente insoportable. Habla de a páginas enteras y se va por las ramas con descripciones ridículas (y a nuestros ojos, arcaicas) de cosas a las que rara vez uno les presta atención o cree que son importantes. Este es el punto débil del libro, pero, también es su punto más fuerte. Verán, el libro es bien consciente de que Anne es insoportable, se lo dice Marilla, se lo escucha en la falta de respuesta a preguntas que jamás se había planteado por parte de Matthew, en las reacciones de sus compañeros y amigas, y la de todos los vecinos y extraños que Anne se encuentra.

Anne es un personaje que desestructura todo. Parece loca por momentos, pero si uno lee entre líneas se da cuenta de que nos encontramos ante una niña muy inteligente a la que la vida, por muchas razones, jamás le ha permitido ser quien es, pero aún así ella se esmera en serlo con esa fortaleza maravillosa y sumamente inocente que solo puede tener una niña. Por la pobreza de donde viene, por la falta de padres, por ser mujer, Anne nunca pudo desarrollar con libertad su imaginación desbordante y compartir sus opiniones (y Anne tiene opiniones de tooodo) con un oído dispuesto. El llegar a Tejados Verdes, aunque fuera en circunstancias poco propicias, le cambia la vida, le permite ser quien es, pero, más importante, le da una razón para vivir a su familia adoptiva y le permite a su comunidad expandir sus horizontes. Todo esto gracias a una niña que jamás cierra la boca y cuya imaginación suele jugarle malas pasadas.

Anne va creciendo en el libro y poco a poco empieza a hablar menos, a ser más precisa, a desarrollar su capacidad con madurez. Llegó un momento del libro en que no pude evitar sentirme apegada a Anne, apegada a la niñez que iba desapareciendo, recordando a la mía propia. Anne crece y de pronto te das cuenta de que tú también has crecido y de que entiendes a esa niña que no para de hablar, que hasta la extrañas.

Por eso no puedo dejar de recomendar este libro. Puede ser cuesta arriba el comienzo, pero eso no es más que el reflejo de la propia vida, que suele ser cuesta arriba hasta que te das cuenta que ya estás aquí, que estás jugando el juego y que, al final, los tropiezos valían la pena.



sábado, 12 de agosto de 2017

It's Always a Vampire (IIAAV #1)

El arrendador


Rara vez dejaba la planta alta. Era una decisión logística más que otra cosa. Desde que se hubiera hecho con aquella casa en Calgary, esta había pasado de mano en mano durante años, pero jamás se había vendido. Ese era solo parte de su plan, la otra parte entraba en juego cuando caía el sol y estaba bien despierto. Para encontrar su equivalente al café de las mañanas debía permanecer paciente y en las sombras, era solo cuestión de tiempo, pero no podía darse el lujo de pisar la planta baja, nadie iba a entrar si lo escuchaban moviéndose al lado de la puerta. Los humanos no era tan idiotas.

A veces era necesario que saliera a buscarlos. Incitarlos a ir. Atraerlos con una pizca de su buena predisposición. Engañarlos, básicamente, con la idea romántica de acercarse a la vieja estructura abandonada. Valía la pena, era la mejor forma de conseguir lo más dulce de la especie: sus jóvenes.

Había estado trabajando en ello durante semanas. Había un grupete de adolescentes un tanto trastornados en la secundaria más cercana. Amaba a los adolescentes trastornados, no tenía que crear grandes excusas para hacerse con ellos, básicamente aparecían de forma voluntaria y a veces ni siquiera debía hacerse pasar por algo que no era. Nada mejor que la comida haciendo todo el trabajo por uno.

Estaba a punto de salir a buscarlos para continuar su delicado trabajo de convencimiento cuando escuchó el sonido de dos motores desacelerándose en la entrada. No estaba esperando a nadie, pero tampoco iba a despreciar a un invitado.

Se quedó cerca de las escaleras, escuchando. Sintió prontamente dos pares de pies acercándose lentamente a la puerta. Había duda en la forma en que se estaban acercando. No podía culparlos, después de todo, él estaba allí, muy cerca de ellos y, a pesar de los implacables intentos que los humanos tenían para eliminar sus instintos, había cosas, como él, que no podían eliminarse fácilmente. Una de las personas se acercó primero, con un poco más de seguridad. Supo entonces de qué se trataba todo aquello... la casa había vuelto al mercado.

Se decepcionó un poco, iba a tener que seguir trabajando en los adolescentes, aquellos invitados inesperados no eran la clase de población con la que podía hacer lo que se le diera la gana. Pero no iba a dejar de ser divertido verlos reaccionar.

El agente inmobiliario dio un paso adentro mientras comenzaba su propio trabajo de engaño y convencimiento. Después de todo, solo a un loco se le ocurriría vender una casa en aquel estado de deterioro, o mejor dicho, solo a un loco se le ocurriría comprarla. El cliente apareció después con los ojos fijos en la completa oscuridad de la casa, casi de inmediato dudando de sí mismo... razonablemente.

Se movieron unos pasos más hacia el interior, probablemente reprochándose el uno al otro no haber llegado más temprano, cuando el sol todavía podía servirles de ayuda para guiarse, y sintiéndose bastante ridículos por no recordar que allí no había luz eléctrica. No había mucho que pudieran hacer allí, pronto esa idea llegaría a sus pequeños cerebros, pero él no podía dejar pasar la oportunidad para asegurarse que nunca, jamás, volvieran a aparecerse por ahí.

El cliente se había movido lentamente hacia la escalera. Aquel era el momento perfecto.

−¡Ya bajo! −dijo con la voz más amigable que pudo construir, no sonaba a él, y eso era algo bueno.

Se movió un poco para poder ver la reacción en sus caras. Valió la pena. El agente inmobiliario dio un paso hacia atrás, seguramente pensaba −en estado de shock− que todo lo que le habían dicho sus compañeros sobre la propiedad era cierto. Probablemente se maldecía por haber sido el confiado valiente que aceptara vender aquel lote de tierra que nadie más, tanto más viejos y experimentados que él, había logrado vender o simplemente habían rechazado de cuajo. El posible comprados parecía confundido, su cara demostraba un escepticismo temblequeante, rajado, que aún se forzaba por permanecer.

Él rio. Amaba la cara inerte, fuera de sí, que los humanos colocaban al enfrentar su presencia. La armonía profunda y antinatural de su risa fue razón suficiente para sacar a ambos hombres de la casa. No habían dado una sola vuelta a la planta baja y ya se retiraban a sus autos como comandados por una fuerza poderosa.

Tan solo por diversión, y al ver que ya las estrellas cubrían el cielo, se decidió a seguirlos. Agente y cliente se dedicaron una mirada rápida.

−Ya... ya no estoy interesado en la compra de la propiedad −tartamudeó buscando las llaves del auto.

−¿Por qué no? −escucharon a sus espaldas.

Si los humanos hubieran volteado en aquel instante lo habrían visto, sonriendo abiertamente, casi de forma amigable. Pero no voltearon, por supuesto que no. Los autos salieron despedidos a la ruta y desaparecieron en la distancia prontamente, como debía ser.

Él volvió a la casa antes de que dieran las nueve, acababa de ver la luna llena y debía preparar el lugar. Esa noche vendrían los encapuchados del barrio a hacer el ritual ridículo que repetían cada mes desde hacía casi un año y esta vez habría un accidente. El pensar en ello le aguó la boca. Sería una noche divertida.


Basado en el video: Top 3 Scariest Canadian Urban Leyends of All Time! de Kaylena Orr

Aniversarios y nuevas secciones

Buenas a todos, ¿cómo han estado? El miércoles pasado en mi entrada sobre desesperaciones escrituriles les comenté que iba a empezar una nueva sección literaria y en esta entrada quería hablar un poco sobre ella, ya que el primer episodio saldrá en unas horas y creo que es necesario hacer algunas explicaciones.

Pero antes que nada, me gustaría decir algunas palabras sobre la primera novela que publiqué: Vampyra. Este 5 de agosto se cumplieron los seis años desde que terminara de escribirla. Una historia uruguaya y con vampiros (bueno, una vampira), que mezcla algo que me gusta muchísimo escribir con algo que me cuesta muchísimo escribir y que, de algún modo, funcionó perfectamente para crear una historia. Quiero decir aquí, a ojos de todos, que no descansaré de luchar por esta historia, creo en ella, y sé que algún día no tan lejano lograré una publicación tradicional y cuidada. Y dado que este es el mes de su cumpleaños me pareció adecuado inaugurar aquí la primera sección literaria del blog: IIAAV.

La sección It's Always a Vampire (IIAAV) nació de días escuchando videos de YouTube sobre experiencias paranormales. De ellas siempre nacían preguntas y curiosidades sobre cómo podrían ser ciertas si tratara de pensarlas en el mundo real con lógica real, pero también surgían locas fantasías de cómo podrían ser ciertas desde la perspectiva de la criatura que las causa. Todo esto desencadenó tardes y noches bastante divertidas con el doble de historias de las que escuchaba, teniendo en cuenta las dos versiones que mi cerebro imaginaba por fuera de la original, y decidí a raíz de ello abrir una sección de cuentos en la que escribo algunas de estas experiencias paranormales desde el punto de vista de la criatura. ¿Por qué siempre es un vampiro, se preguntarán? Porque las mitologías vampírica son ricas en monstruos que llevan ese nombre único pero que tienen mil caras, mil causas y una sola cosa en común: querer alimentarse de los pobres e indefensos seres humanos.

Imagen para la sección, inspirada en mi pequeña Vampyra
Dado que los vampiros, cualquiera sea su forma, tienden a ser seres relativamente inteligentes, los elegí a ellos como eternos causantes de los males paranormales. ¿Por qué el título en inglés? Porque la mayoría de los youtubers que escucho tienen como lengua el inglés y es en ese idioma en el que se encuentran una mayor cantidad de historias que se reparten en todo el mundo.

Desde ya explico que esta no pretende ser una sección de cuentos de terror necesariamente, sino una sección de historias que nacieron a partir de historias... y que la más de la veces son bastante humorísticas.

Esta noche, cuando el reloj marque las 00:00 h (en Uruguay, -3:00 GMT) saldrá a la oscuridad la primera de ellas. ¿Están preparados?

miércoles, 9 de agosto de 2017

Pequeñas desesperaciones escrituriles y cómo superarlas

Hola a todos, ¿cómo han estado? Hoy comienza en el blog un mes de cambios y nuevas secciones, tenía otra entrada programada para el día de hoy, pero como no estaba convencida de lo que había escrito y se trataba de un tema serio, decidí cambiar el tema de escritura por otro que igualmente está muy relacionado con el futuro de este blog.

En este episodio de Pequeñas desesperaciones escrituriles y cómo superarlas (supongo que ahora tendrá que convertirse en una serie, dado que es imposible que hable de todas ellas en una sola entrada), hablaremos de uno de los mayores desafíos a los cuales un escritor debe enfrentar: ponerse a escribir. Está bien, no hay que tener dos dedos de frente para darse cuenta de que si un escritor no escribe es muy difícil que el escritor sea escritor, sin embargo, es un problema muy común para todos nosotros, desde los que recién comenzamos hasta los que tienen varios libros publicados en su haber.

Existen miles de razones por las cuales un escritor no escribe. Considero que la mayoría, si acaso no todas, están relacionadas con problemas exteriores a sus escritos y su voluntad de escribir. Sucede a veces que un escritor tiene muchísimas ideas y muchísimas ganas de escribir pero aún así no puede hacerlo.

En el día de hoy no voy a discutir las causas, sino que voy a ofrecer algunos posibles alivios para esta desesperación cotidiana en la vida del escritor. Primero van a ir algunos muy obvios, pero es que a veces los escritores nos colocamos obstáculos de forma inconsciente y es importante ser consciente de ellos e intentar destruirlos.

No pienses: el acto de pensar usualmente implica que el escritor insiste en perfeccionar y editar lo que está escribiendo mientras lo está escribiendo. Esto NO es sano. NO debe hacerse bajo ninguna circunstancia, pero definitivamente vas a hacerlo, así que sé consciente de ello y cuando empieces a editar: no pienses. Siempre sigue adelante, escribe y piensa en la oración que sigue, y escribe esa también. Ya tendrás tiempo para editar cuando tengas tu primer manuscrito, no vale la pena hacerlo antes. Recuerda: No pienses, escribe.

Usa esquemas: de acuerdo, escribes sin pensar, pero te das cuenta de que no sabes cómo seguir y tan solo por eso empiezas a dudar de ti, de tu capacidad como escritor, de que lo que estás haciendo siquiera pueda llamarse escribir y que tu nombre tal vez sea Roberto, ¿o era Rigoberto? De acuerdo. Este es un muy buen momento de dejar la computadora y volver al ancestral papel. O si ya escribías en papel, dar vuelta la página o ir a un cuaderno especial que dediques a este otro trabajo. O quizás también puedas esquematizar en computadora, personalmente no es mi método favorito y suelo tener doble ventaja si escribo los esquemas en papel. Los esquemas pueden ser cualquier cosa, desde el esqueleto entero de la novela o cuento hasta las escaletas de cada capítulo o escena. La idea es que no tienes que escribir lindo aquí, a veces ni siquiera tienes que escribir, con un dibujo es suficiente. Los esquemas pueden ser bilingües, si te resulta más fácil escribir resúmenes en una lengua diferente. Lo que intento decir es que el esquema es el lugar para el caos, tienes permitido ir y venir y tienes permitido pensar. Pero solo puedes pensar aquí, no cuando vuelvas a tu archivo y sigas escribiendo la escena que lograste desatascar en los esquemas.

Tómate vacaciones: No no estoy diciendo que dejes de escribir, aunque si hace muchos meses que vienes escribiendo algo y de pronto te bloqueas quizás sí sea una buena idea. Estamos hablando de personas que, como yo, hace meses que no escriben, tienen todo esquematizado y liberan su mente de pensamientos pero la página insiste en quedar en blanco. Bueno, quizás sea el momento de bajar un cambio. Lo importante es mantenerse escribiendo y a veces para llegar al nivel de confianza que uno quiere tener para escribir x proyecto, se necesita aumentar la autoestima general que uno tiene hacia su capacidad escritora. Sugiero entonces entrar en proyectos alternativos que carezcan del valor que tiene tu proyecto principal, que sirvan principalmente para ponerte a escribir y obligarte a escribir, para mantenerte practicando, pero donde la calidad y la originalidad no sea la traba. Donde puedas escribir lo que sea para mantenerte aceitado. En este momento eres como un deportista en recuperación, no vas a salir a hacer una ironman, pero una trotadita por la rambla no te caería mal.

¿Un ejemplo de esto? Bueno, primero que nada, estas entradas. Aunque parezca extraño, escribir en el blog me ha ayudado a escribir en general, todavía no llego al nivel que necesito para poder seguir mis proyectos empezados, pero sin duda me está dejando en el camino. Aquí, mientras les doy tips, me estoy obligando a escribir y cada palabra que escribo me deja más cerca de mi meta. Con esto quiero decir que el ejercicio de escribir en un blog, aunque sea sobre temas completamente ajenos a tu proyecto o incluso a la literatura, te mantendrá con los dedos sobre el teclado y la perspectiva de dejar al blog desierto sin nuevas entradas te mantendrá pensando nuevas ideas.

En segundo lugar, podré como ejemplo algo que no llegará a este blog hasta el sábado a medianoche, y es una nueva sección literaria. En esta sección me obligaré a escribir pequeñas historias que no tienen que llevar el peso literario que sí llevan mis otros proyectos, de esta forma, puedo pensar como escritora sin la presión que lleva escribir un gran proyecto. Es otra forma de ejercitar la gran máquina literaria y sugiero lo mismo para quienes están en mi lugar. Si no se animan a hacerlo público (aunque creo que eso es parte de la rehabilitación) por lo menos pueden dejarlo en un lugar aparte, donde escriban sus ideas que en un futuro puedan servirles para algo. Recuerden que toda idea sirve, y por eso es que nunca eliminamos nuestros escritos (por más terribles que sean).

Para escribir historias de práctica hay muchas herramientas que podemos usar. Existen en el mundo lugares donde todos los días te dan una serie de palabras y te instan a escribir con ellas una pequeña historia. También puedes escribir una historia como respuesta a otra (siempre y cuando des reconocimiento a la historia original). Puedes escribir una escena con personajes que ya tienes, pero que nunca va a sucederse en tu historia por mil razones, esto te permite relacionarte más con tus personajes y a la vez escribir más cómodamente pues ya conoces las circunstancias que rodean al todo.

Hay miles de recursos para escritores para hacer este tipo de historias de práctica que te ayudan a mantenerte en forma, y están todos a solo un clic de distancia, es la magia de Internet pero, por supuesto, no puedo irme sin darles algunas opciones para que practiquen. Me gustaría que, si las usan, me etiqueten de alguna forma, así puedo ver sus creaciones.

Opción 1
Una taza de café con sal. Las tres de la mañana. Ruidos sospechosos del apartamento de arriba.

Opción 2
Un batallón de esbirros del mal. Olor a quemado. Un caballo de juguete de madera.

Opción 3
Un estudiante rechazado por el comité del máster. Un mensaje de un número desconocido que lo llama por nombre de pila. Una chica con un tapado amarillo que siempre aparece a la tercera cuadra cuando él sale de su casa.

¡Diviértanse! ¡Podemos derrotar a nuestros demonios escrituriles! ¡Vamos que vamos!